Todas las sociedades humanas, hasta la gastronómicas, tienen leyes o códigos de funcionamiento. El imperio incaico no fue menos: ama quilla (no seas mentiroso), ama llulla (no seas ocioso), ama swa (no seas ladrón).

Las leyes incas no son ni mejores ni peores que otras, simplemente son. El problema humano no es la ausencia de leyes, sino nuestra incapacidad para cumplirlas.

Ama quiilla, ama llulla, ama swa… como todas las leyes o mandamientos están formulados en negativo: “no hagas esto… no hagas lo otro”. Quizás esta formulación negativa influya en que los quechuas, los cristianos y sus mandamientos o incluso los mafiosos y su código de honor acaben siempre pecando, quemados en el infierno o con dos tiros en la cabeza.

Es sabido que a los niños no se les puede decir “no hagas esto”, porque lo harán atraídos como un imán. Parece que hasta los incas pensaron que el ser humano deja de ser niño algún día, para ser adulto. Pero la niñez y la adolescencia se revelan como un estado de estupidez transitoria. La vejez parece esa corta etapa de lucidez en la que uno querría volver atrás para vivir la juventud con la experiencia de la madurez. Después, irremediablemente, llega la decrepitud.

Total, que sólo apenas unos años –durante la vejez- parecemos tener la claridad mental suficiente como para interpretar y obedecer enunciados negativos. Por eso, proponemos una vez más, a quienes les toque la tarea de formular leyes, mandamientos, códigos, etc. que emitan enunciados afirmativos. Por ejemplo:

– “Perdonarás los errores ajenos como te perdonas los tuyos”.

– “Robarás las experiencias que puedas porque ellas te hacen ser como eres”.

o… “Dirás la verdad porque ella es la vida”.

O muchos otros… que siempre se pueden resumir en uno: “vive y deja vivir”.